Si bien todavÃa estamos lejos de
retomar las condiciones de trabajo previas a la irrupción del COVID-19, en
algunas provincias la actividad está regresando a varios sectores productivos,
entre ellos, el comercio. En la relación con el cliente se hace foco en la
prevención, algo que incide tanto en las medidas que deben adoptar los negocios
como en las actitudes de los consumidores.
El confinamiento ha modificado muchos de nuestros hábitos, incluyendo nuestra forma de comprar. Desde el tipo de productos hasta los métodos empleados, los cambios han sido patentes y han ido evolucionando a medida que pasaban las semanas.
Los expertos coinciden en que tendrá una vertiente dual, tanto en lÃnea como presencial. Aseguran que se continuará comprando en lÃnea porque hay mucha gente que tiene miedo a ir a las grandes superficies. Posiblemente esto empujará al pequeño comercio de proximidad, que ofrece un producto de calidad y a un buen precio. Y que no presenta las aglomeraciones de gente que pueden presentar las grandes superficies.
Por eso, y pensando en la salida de la cuarentena, la cuestión de cómo será este nuevo consumidor no se puede abordar sin pensar también en cómo podemos llamar su atención y darle el servicio que demanda. El escenario no ayuda: el tiempo que los comercios estuvieron cerrados (muchos de ellos todavÃa no pueden abrir), los coloca en una situación económica más que delicada.
En este contexto, y dentro de las posibilidades de cada uno, se plantea la necesidad de hacer un cambio urgente y de trazar una estrategia especÃfica. Esto es clave tanto para sobrevivir en el corto plazo como para mantenerse en el mediano y largo plazo.
Nadie sabe cuándo se levantará la cuarentena o si más adelante habrá otras, ni cuánto va a durar el proceso de salida o cómo será la nueva normalidad. Pero está claro que de alguna manera hay que empezar a generar ingresos nuevamente. Y este proceso debe llevarse ante un cliente distinto al que existÃa antes del COVID-19.
Fuente: Byzness.